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La hacienda Lombardía, el antecedente

de Nueva Italia

 

Cuando los Cusi compraron la hacienda La Zanja, ésta era una propiedad en abandono donde vivían menos de 200 personas distribuidas en familias aisladas o pequeños caseríos; los escasos habitantes pagaban a los propietarios unos pesos anuales por el pastoreos de las escasas cabezas de ganado que poseían (Barrett, 1975a, p.34). Debido a la escasez de agua de riego, la producción agrícola se limitaba a los cultivos para la subsistencia de los habitantes y algunas pocas hectáreas de caña de azúcar (Cusi, 1955, p.63).

 

Antes de realizar la compra, los Cusi habían comprobado la factibilidad de llevar el agua desde el Cupatitzio-Marqués, que corre a más de 100 metros por debajo del nivel del suelo, hasta las llanuras de la nueva propiedad, rebautizada “Lombardía” en honor al terruño de los nuevos propietarios. Los trabajos para habilitar las tierras para el cultivo, comenzaron inmediatamente después formalizar la compra. El proyecto requirió de un gran ingenio para sortear las dificultades topográficas: la imposibilidad de tomar agua del río por la profundidad del cañón a lo largo del cual corre, implicó tomar el agua a la altura del rancho de Charapendo, parte de la hacienda, que se localiza 25 km más arriba de la llanura donde pensaban cultivar arroz. El canal principal debía correr a lo largo del cañón e irse separando a medida que el caudal del río se va sumergiendo; a causa de lo accidentado del terreno debieron construirse una serie de puentes, túneles y sifones.

 

Lo más complicado en ese proyecto era lograr el paso del canal a través de Barranca Honda, que separaba Charapendo del resto de la propiedad de Lombardía. Considerando la amplitud de la barranca, se desechó la opción de construir puentes y se optó por colocar un sifón hecho con tubos de hierro que importaron de Estados Unidos (Cusi, 1955, p.64). De esa manera, el agua llegaría a la hacienda a través de un canal hasta un punto superior al casco hasta donde caería entubada y podría ser aprovechada como fuerza motriz para el molino y la maquinaria y, además, serviría para generar energía eléctrica. Desde el casco, el agua se enviaba a los campos de cultivo a través de una red de canales primarios y secundarios (Barrett, 1975a, p. 35).

 

Todo ese proyecto, desde sus inicios, se reflejó de inmediato en la transformación y revitalización del territorio, generando una dinámica nunca vista en la región: movimiento de personas, mercancías, transportes… Estos cambios incidieron en varios ámbitos. En primer lugar, las obras requerían de una gran cantidad de jornaleros y trabajadores especializados, que no era posible reclutar en la desolada propiedad, y fueron reclutados de otras regiones de Michoacán y de otros estados como Jalisco, México y Guerrero. Además, el gobernador Aristeo Mercado les proporcionó a los empresarios 300 presos que llegaron a la hacienda, acompañados de sus familias, a cumplir ahí el resto de su condena, pero recibiendo el mismo pago que el resto de los jornaleros (Cusi, 1955, p. 67). Cuando se trataba de tareas más especializadas, se recurrió a lo que Pureco (2010, p.111) califica como una sutil migración de extranjeros, principalmente italianos, hacia México. Estos inmigrantes ocuparon puestos como administradores contadores, abogados, ingenieros y técnicos operarios de equipos y maquinaria.

 

La otrora desértica llanura se llanó de casas habitación para los peones y sus familias. “No menos de 500 casas había en el casco…” (Cusi, 1955, p. 89). Al aumentar el número de habitantes, el poblado en torno a la hacienda requirió de servicios básicos y se instaló una tienda de raya; panadería; una matanza con venta de carnes de res, cerdo y carnero; y también un consultorio médico (Cusi, 1955, p. 89).

 

En la parte agrícola, una fracción de los terrenos de la hacienda de Lombardía  se convirtieron en fértiles sembradíos de arroz, y el resto se dedicaba al cultivo de pará utilizado para el pastoreo de las cerca de once mil cabezas de ganado propiedad de los hacendados, la mayoría, y algunas de los trabajadores. En breve tiempo, las bodegas se ampliaron dar cabida hasta 60 mil sacos de arroz; se almacenaba también maíz, cascalote (árbol empleado para curtir pieles) y una buena cantidad de queso producto de las varias ordeñas existentes en la propiedad (Cusi, 1955, p.88).

 

Los arrieros se encargaban de movilizar las cargas de arroz hacia Uruapan –donde se encontraba la estación de ferrocarril- a través de los accidentados caminos.  La arriería generó una actividad e intercambio comercial que antes no existían en esa zona.

Una parte esencial en el crecimiento de la empresa de los Cusi fue la importación de innovaciones tecnológicas de Europa y Estados Unidos.  En Lombardía, además de las  obras de irrigación, también se contaba con otros adelantos tecnológicos como:

una turbina de ciento cincuenta caballos para mover la maquinaria del molino de arroz; otra de veinticinco caballos para mover la dinamo que da luz a todo el casco…Otras turbinas de menor capacidad pata mover la maquinaria del taller, el aserradero, cepilladora de taladros, desgranadora de maíz, fábrica de hielo, secadores para el arroz…molino de nixtamal… (Cusi, 1955, p. 88).

En 1909, la hacienda Lombardía era una próspera finca. El extenso territorio, veía una prosperidad y un dinamismo inéditos y se había convertido en tierra de oportunidades para cientos de trabajadores que vivían del trabajo en el campo, así como técnicos, en su mayoría extranjeros.

 

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